Ya sea por la intimidad de los cayos, el agua turquesa de Varadero o la tranquilidad de la arena en el oriente del país, las playas paradisíacas de Cuba llevan a muchos a preferir el mar antes que el turismo urbano, por lo que planifican sus viajes con más días para tomar sol y menos para descubrir los tesoros ocultos de las ciudades.

Sin embargo, tanto la capital de la isla como otras ciudades coloniales de ese país merecen una visita, aunque sea breve. Además del atractivo de localidades como Cienfuegos o Trinidad, La Habana se caracteriza por su conectividad. Es probable que muchos de los vuelos aterricen en el aeropuerto internacional José Martí, lo que la convierte en un punto provechoso para hacer turismo de paso hacia el agua turquesa del Caribe.

¿Qué hacer en 24 horas en La Habana?

Con sólo pasar un día entero en la capital es posible conocer una gran parte de sus postales típicas. A continuación, les mostramos los puntos más importantes para visitar durante una corta estadía antes de tomar el vuelo hacia las playas o de regreso a los países de origen.

Las cuatro plazas de La Habana Vieja

A diferencias de otras ciudades coloniales, los españoles planificaron en La Habana una urbe con cuatro plazas principales, que se convertirían en el centro militar, comercial, religioso y social de esta urbanización.

Una de las plazas más importantes es la de la Catedral, una explanada de cemento que permite tomar fotos de la gran iglesia de estilo barroco, inaugurada en 1777. Además de encontrarse con músicos y vendedores ambulantes, se podrán encontrar con otros palacios de nobles que edificaron sus fortalezas en el siglo XVIII.

La Plaza de Armas, a metros de la vital calle Obispo, se asemeja más a las plazas argentinas, con árboles que dan sombra, bancos y canteros de flores. Además de ser testigos de parte de la vida social de los cubanos que ocurre en ese lugar, se puede observar una calle de adoquines de madera y una estatua al líder independentista cubano Carlos Manuel Céspedes.

La Plaza Vieja, que era conocida como plaza nueva en su inauguración en 1559, es otro de los puntos neurálgicos de la ciudad, que permite observar edificios de estilo colonial con galerías y arcos curvos, así como palacios que muestran la arquitectura típica barroca y otros ejemplares del Art Nouveau.

Por último, se puede visitar la plaza de San Francisco de Asís, a escasos metros del puerto de La Habana. Desde este espacio se puede observar el convento de San Francisco de Asís, la fuente de los Leones, la lonja de comercio y hasta un museo dedicado a la bebida más famosa de Cuba: el ron.

El malecón

Una de los paseos más míticos de La Habana es el malecón, que no es más que un paseo peatonal que y una ajetreada avenida que corren de manera paralela al mar y que congregan a cientos de turistas, locales y pescadores. Ver el choque de las olas contra la estructura o incluso el atardecer puede ser un gran espectáculo. Sin embargo, el sitio no cuenta con iluminación, por lo que de noche queda totalmente oscuro. Si bien Cuba es un país seguro, es un paseo recomendado mientras haya luz de día.

La rambla cubana

De forma perpendicular al malecón corre el Paseo del Prado, una especie de rambla cubana con reminiscencias al tradicional paseo de Barcelona. Son varias cuadras de baldosas en las que se pueden comprar souvenirs y obras de arte. A sus alrededores, también se puede hacer un descanso para comer o tomar algo en los restaurantes, que son menos elegantes que los de calle Obispo.

Centro Habana

Aunque los edificios históricos se encuentran concentrados en La Habana Vieja, que ha sido recientemente restaurada para los turistas, los que quieran conocer la vida diaria de los cubanos podrán dar un breve paseo por este barrio, el más densamente poblado de la ciudad y donde se encuentran grandes casonas con diversos grados de deterioro y que suelen ser habitadas por varias generaciones de una misma familia.

Los transportes típicos

Ninguna visita a La Habana está completa sin un paseo en algunos de los medios de transporte que figuran en las tradicionales postales habaneras. Los grandes autos americanos de los años 50, en su versión convertible, y los simpáticos moto taxis en forma de coco son los paseos más típicos, que se suman también a los carros tirados por caballos y los bicitaxis. Un paseo puede costar entre 15 y 50 dólares.

Los bares de Hemingway

Otras visitas imperdibles durante una visita fugaz a La Habana son los bares que el escritor Ernest Hemingway solía frecuentar durante sus días en la isla. La Bodeguita del Medio, a escasos metros de la Catedral, es el más frecuentado por los turistas. Allí se puede disfrutar de un mojito por 5 dólares, escuchar música cubana y perderse leyendo las miles de inscripciones de otros clientes que decoran las paredes del lugar. El autor americano también frecuentaba La Floridita, su lugar preferido para tomar daikiris, una bebida a base de ron y jugo de frutas.

Además de los puntos recomendados para una visita breve en la ciudad, La Habana atesora un gran valor social, histórico y cultural que se puede conocer con más días en la ciudad y a través de visitas guiadas, ingresos a los numerosos museos de esa capital y la simple conversación con los habitantes de la ciudad, que suelen ser muy francos y amistosos con los viajeros.

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