Nunca creí que tu inmensidad me hiciera sentir tan pequeña. Jamás pensé que podría gustarme algo tan frío y distante. Tenés ese aspecto de inalcanzable y difícil, y esa soberbia de creer que vivirás por siempre. Sin embargo, resulta atractivo, morimos a tus pies, tus desgarros nos tienen a la expectativa, entre el asombro y el miedo de que eso te haga desaparecer.
Atraés a pesar de todas tus cualidades, por las que creo que no me acercaría, pero voy en tu búsqueda y caigo en tus redes, y se me embelesa la mirada al observarte, y asomo la nariz de la campera (aunque el viento me la parta en mil pedazos) porque tus aromas me desnudan el recuerdo de todos los sures, me traen a la mente mi primera llegada a la montaña, porque quiero inhalar lo más posible esos olores y reimpregnarlos en mi memoria, esa mezcla a ahumado, a fuego eterno, a viento seco y a flores que casi no se huelen. Y en el camino a llegar a vos me encuentro con los colores que reviven mis colores internos, y me dan ganas de pintar, de pintarte (aunque sepa que no me sale) y me conformo con las fotos, para poder narrarle a otros lo que nuestro encuentro me provoca, para recordar en un tiempo que el sur también existe y que siempre, cada tanto, necesito pisar aquí.
Así me recibió la fresca ciudad de El Calafate. Principios de diciembre, con un clima increíble. Fresco, pero amable.
Al llegar a los glaciares el frío es notable, pero como narro anteriormente, el frío queda de lado ante tremenda inmensidad. Uno se sonríe cómplice con el de al lado, sea turista o residente, sea de aquí o de allá, pero se sonríe a modo de compartir lo imponente de la naturaleza.
Qué hacer en El Calafate?
El Calafate tiene sus lugarcitos, imperdibles sus glaciares (obviamente), pero hay mucho por hacer y recorrer.
Si les gusta caminar, como a mí, recomiendo ir a la laguna Nimez (que según la época del año posee más o menos agua, pero que en todo momento vale la pena recorrer).
Todo El Calafate huele bien, huele a flores, huele a viento fresco –de ese que dan ganas de respirar y de traerse guardadito (sobre todo cuando se vive en grandes ciudades) –, huele a brasas prendidas día y noche, y huele a unas comidas que sí o sí deberían probar.
Es difícil hablar de un lugar (o me es difícil a mí) y no hablar de su gastronomía, así que cuando termine de contarles sobre los lugares, les diré que NO deberían dejar de comer o beber por allí.
Volviendo a los lugares, alquilar una bici es también una excelente opción. Si les toca un día con sol, les diré que –incluso– tendrán calor, y que si se animan… hasta pueden meter un poco los pies en el Lago Argentino, al que recomiendo “darle la vuelta”. Al principio podrán hacerlo por la costanera y un poco más alejado deberán hacer un poco uso de una ruta o camino por donde van autos, pero pueden hacerlo con mucha tranquilidad, eso sí ¡no se olviden de saludar a los conductores!
Para los que gustamos de la gastronomía…
Si quieren perderse un poco por la ciudad, hay de todo. La ciudad es pequeña, pero lo alberga todo Feria, locales, vivero, cervecería, heladería… definitivamente ¡la comida llama mi atención!
Entonces ¡hablemos de eso! Ante todo les digo que la fruta “calafate” es la vedette de postres y gustos. Es dulce e intenso su sabor, tan intenso como el color con el que nos pinta la boca de morado. Hay helados, tortas, alfajores, dulces… diría que es casi obligación probar todo, hay que hacer honor al lugar.
No me perdería por nada todo lo que por allí hacen ahumado, desde traer especias ahumadas hasta las carnes con ese sabor que sólo la leña del sur les puede dar. Y para cerrar el párrafo gastronómico diría que una cerveza bien fría, en algunos de los bares a los que al mediodía les pega el sol, no estaría de más. Si bien no soy fanática de la cerveza, en la variedad está el gusto, y además de alguna ahumada, encontrarán varias saborizadas que no se consiguen yendo a cualquier súper de nuestra ciudad.
Por último… si están en El Calafate… ¡¡¡VAYAN AL CHALTÉN!!!
En micro, les lleva poco más de 3 horas, y el paisaje del camino ya hace que todo valga la pena.
Ya me sentía a gusto y tranquila en El Calafate (donde además de todo la gente es súper amable, confiada y generosa) y al llegar a El Chaltén todo se puso mejor.
Elegí para hospedarme un parador de montaña. Lleno de gente y mucho turista extranjero, lo que hacía el condimento ideal. Ruido de hostel, varias lenguas dando vuelta en el ambiente. Los hogares prendidos, el olor a comida casera y siempre alguien híper amable para ayudarte con tu idea de caminata o excursión.
El Chaltén es mínimo, apenas unas cuadras a la redonda y ya se acaba, ya deja de ser y se funde con las montañas. Así que, en lo que a pueblo se refiere, nos llevará sólo un rato conocer y recorrer. Pero vayan con tiempo… con lo que hay por hacer allí, en la base del Fitz Roy, no nos alcanzarían los pocos días que solemos destinar.
Todo lo que sube, tiene que bajar.
Sola (porque mi viaje así era, en solitario) emprendí el recorrido. La mochila lo más liviana posible, agua, fruta, chocolate y la cámara, ¡obvio! Abrigada con muchas capas de ropa, porque sabemos que de a poco las iremos poniendo en la mochila.
Llegué a la base del cerro. Al inicio de la caminata. El día estaba espantoso, pero no había muchas opciones de cuándo hacerlo y no quería perderme ese recorrido.
El viento sacudía fuerte mis apenas 47 kilos. Ya estaba bastante cansada, la subida es algo empinada y la falta de costumbre a estos pisos lo hace más difícil, pero llegué al primer “cartel” que mostraba “1 km”, y yo sabía que eran 10!! Reconozco que fue un poco desalentador, pero ingerí chocolate, calorías, energía y seguí… y ¡qué suerte que lo hice! No sé exactamente en qué km del recorrido, entre árboles y montañas, se hace lugar una vista maravillosa al Fitz Roy, nevado en su cumbre, majestuoso. Un poco después se llega a la primera parada, el lago, donde todos paramos a reponer energías, beber agua pura y apreciar toda esa inmensidad. Para dónde se mire hay montañas…
Para ese momento había empezado a llover, y no pude continuar lo que faltaba para llegar a laguna de los Tres (que es realmente a donde habría que llegar). Al bajar del cerro (que toma casi lo mismo que subir), reparé que tanto a la ida como a la vuelta hay un clima de solidaridad y amabilidad con quién sea que te cruzaras, saludar en idiomas, extender una mano, sonreír aún con poco aire.
El rato siguiente y el día después recorrí todos los senderos “cortos” que pude. Y se los recomiendo. Si no pueden caminar demasiado, si creen que no lograrán llegar a los recorridos “fuertes”, no dejen de ir a…”el salto del chorrillo”, “el mirador de las águilas”… todo vale la pena. Y la vuelta, con frío y el hambre lógico tras arduas caminatas, nada mejor que un locro o guiso de lentejas y una copa de vino para brindar y prometerse volver.
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Como siempre tus palabras son poesía y dan ganas de andar por esos lugares y experiencias!! Gracias por hacernos viajar un poco con la imaginación
Gracias Caro, me alegro que viajes con la imaginación a través de mis relatos.
Excelente! Muy buenos datos! Dan ganas de estar ahí . Gracias
Muchas gracias Miguel, ojalá te sean útiles los datos en algún viaje que hagas por allí!
Hola Mariana, me gustó tu nota.
Me encanta la relación que entablás con “el objeto” del paisaje, lo siento personificado en un amante delicioso que despierta todos tus sentidos… Que podés inhalarlo, degustarlo, oír sus silencios, percibir sus roces y, además, lo ves… Está ahí… para vos… para que lo el mundo lo goce…
Sí, me gustó tu nota, y mucho.
Hilda, muchas gracias! que bueno el paralelismo que encontraste como si le hablara a un amante…eso me transminten algunas geografías… me alegro que te haya gustado la nota! Pronto se vienen más!
Mariana me encantó la nota la descripción cuidada , exacta y prolija de los lugares y hasta de las comidas y los olores realmente es excelente dan ganas de salir a sacar los pasajes definitivamente un lugar para conocer y volver si se puede…
Gracias Andrea, ojalá puedas disfrutar de esos paisajes y ojalá algún dato te sea útil!
Que lindo!!!!! Me hiciste recordar cuando fui a El Calafate y El Chalten. Hace muchos años. Me obligaste a poner en mi agenda para visitar otra vez. En un momento de la vida pensé que era Mi lugar en el mundo, inhóspito, virgen, donde las cosas apenas tienen nombre. Luego olvidé que era mi lugar, y hoy volví a recordarlo. Gracias!!!
Gracias Norberto por leer y por compartir tu revivir de todas tus sensaciones! Que bueno que mi nota te halla recordado tus vivencias por esas hermosas tierras!
muy buenos datos dan ganas de ir!!!
Gracias Mayra! Ojalá puedas ir pronto y te sirva toda esta info!
No hay duda que sos una persona sumamente sensible y todo lo que haces LO HACES CON PASION, transmitis en vivo y en directo lo que experimentas y verdaderamente parece que uno estuviera ahi, viajando con vos.
Gracias Monica! que lindo saber que me llevo de viaje a varios con cada relato! Estate atenta…se vienen nuevos destinos y nuevas notas!
Gracias Monica! que lindo saber que me llevo de viaje a varios con cada relato! Estate atenta…se vienen nuevos destinos y nuevas notas!
Gracias Marian! Me llevaste de viaje… Que hermoso es nuestro sur!!! Me contagiaste las ganas de viajar!!!
Que ganas de volver que me dieron!!!
Hermosa redacción y descripción de tan hermoso lugar ❤