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En mi lista de “cosas que no creería que pueden pasar en un viaje” diría que cruzar una frontera en bici sería una de las primeras. Ahora que sé que es posible, y muy fácil, ahora que lo revivo mientras lo cuento, pienso que no es tan loco, pero en el momento me pareció, además de novedoso, algo que no hace mucha gente (cuando uno lo cuenta empieza a escuchar hermosas e increíbles historias de otros que también lo hicieron y seguramente de formas mucho más magnánimes que la de uno)

Cruzar fronteras, en bicicleta

En el invierno europeo del 2014, en febrero, pasamos unos días en Estrasburgo; al este de Francia… donde en la mezcla de la arquitectura ya se nota un poco lo cerca que estamos de Alemania.

El frío pegaba con ganas, eran días de sopas y té a toda hora, para calentar el cuerpo y el espíritu. El hostel en donde parábamos no estaba muy cerca del centro (aunque al ser una pequeña ciudad tampoco estaba tan alejado). Quizás esto sea lo que nos llevó a la idea de alquilar bicis, y aprovechar que, al menos ese dia, estaba muy soleado y respirar un poco de sol al aire libre sería una buena idea.

Alquilamos en un lugar del centro a 10 euros las 5 horas, aunque parecía mucho tiempo, valía la pena por la diferencia entre pagar una hora o varias juntas.

Cruzar fronteras, en bicicleta: Bicis de alquiler

Recorrimos la ciudad, las bicis tenían candado incorporado por que parábamos donde queríamos, caminábamos un poco, tomábamos otro café, comíamos algun panqueque y seguíamos.

Cruzar fronteras, en bicicleta: fachadas

Así, de a poco, nos fuimos corriendo de las calles céntricas, pasamos por un parque enorme y hermoso donde descansamos un rato al sol y almorzamos…y al salir del parque encontramos unos caminos (no llegaban a ser ruta, pero ya no era calle) y nos preguntamos hacia a donde iban…tomamos ese camino…y de pronto llegamos a un puente (que por su carteleria identificamos que separaba Francia de Alemania), de este lado Estrasburgo, de aquel lado Kell.

Cruzar fronteras, en bicicleta: Clara influencia alemana en la arquitectura de Estrasburgo

Tuvimos una pequeña charla sobre si estaba bien cruzar una frontera en bici…y al ver que el tránsito iba y venía sin control entendimos que al ser unión Europea, allí no habría problemas…y allí fuimos.

Cruzamos el puente sobre el rio Rin que divide aquí a estas ciudades.

La diferencia era notable, la arquitectura y las formas ya eran otras. Para nosotros lo anecdótico fue cruzar una frontera en bici, tomar un café del otro lado, sentarnos a descansar a orillas de Rin del lado Alemán y un rato después estar de nuevo en nuestra adorada Francia.

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Soy Marian, viajando, junto a mi compañero, en nuestra COMBI VW86, recorriendo Argentina. Soy tatuadora, diseñadora, y algunas otras cositas que hacen a mi persona. Me apasiona viajar, cada vez que puedo, y soy viajera de alma aunque esté en mi ciudad! Me gusta la fotografía desde niña, y la experimento al 100% viajando y recorriendo. Nací en Buenos Aires, la música ocupa una parte fundamental en mi vida (canto, toco, bailo). Soy amante fiel de la gastronomía, de sus sabores, aromas, colores...como con todos los sentidos. Y aquí estoy, poniendo en palabras mis viajes.

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