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Estoy en Barcelona, hace varias semanas. Esta es mi ciudad preferida del mundo, me enamoré de ella en cuanto la ví y cada vez que vengo me enamora de nuevo y sé que quiero vivir aquí, aunque sea un tiempo.


El jueves el atentado en Barcelona sacudió todo, y me costó poder poner en palabras las sensaciones. Ese mismo día leí algo que me quedó dando vuelta. Me quedé pensando en las palabras de Olga Hueso, sobre elegir si ser corresponsal de guerra o ser corresponsal de la paz.

Por primera vez (con conciencia y edad suficiente) un atentado me pasó cerca. Tan cerca que una o dos horas antes del hecho había estado en ese mismo lugar, y de no ser por tener planes para almorzar, tarde con amigos, hubiera seguido por allí.

Del hecho en sí me enteré por la preocupación que causó en mi gente, en Buenos Aires, y que al enterarse, me escribieron; eso nos alarmó y entre el noticiero de aquí y algunos comentarios por las calles nos fuimos enterando (claro que las redes sociales enseguida se repletan de información o de desinformación, por lo que intentamos no entrar en pánico y solo ver las noticias de a ratos).

El barrio en el que vivo tenía amenaza de bomba y recomendaban no salir… como si eso fuera a salvarnos. Luego me enteré de peores cosas… pero no es lo que quiero relatar.

En estos momentos todo es confuso, y agradezco haber estado acompañada, creo que eso fue lo que nos salvó del caos interno. Elegimos informarnos un poco, pero ante todo elegimos charlar y compartir la cena, por momentos con mucho silencio, ya que no podíamos ser ajenos a que estábamos a 2,5 km de donde todo sucedía.

Necesito rescatar lo bueno, porque claramente nadie estará de acuerdo con este tipo de atentados y con este tipo de odio (el cual admito que me cuesta entender, y lo digo en serio, me parece tan inhumano, que mi estructura de pensamiento no logra asimilarlo). Por la noche, a través de Facebook comencé a ver cómo un montón de gente ofrecía su ayuda, su casa (para los que quedaron alejados y no podían volver), sangre (para los heridos en los hospitales), traductores (ya que la mayoría de los heridos eran de diversas nacionalidades y lenguas). Recién veo un video de vecinos, cercanos a autovías o rutas que quedaron cerradas por muchas horas, que se acercaron con agua y comida para los que quedaron allí varados.

El jueves al mediodía, día después del atentado en Barcelona, en la plaza Catalunya (donde comenzó el recorrido de la furgoneta que embistió a decenas de personas) se reunieron, nos reunimos, miles de personas. Hubo un minuto de silencio y una suelta de palomas, y un aplauso conmovedor al grito de “no tenim por” (no tenemos miedo). Gente de todas las edades, de todas nacionalidades, turistas que pasaron un ratito, trabajadores que salieron desde sus puestos a formar parte, catalanes dolidos por lo que sucede en su ciudad, habitantes de esas y de otras ciudades, todos en absoluto respeto y tranquilidad, y con una profunda tristeza que se nos notaba en los rostros.

Por aquí todo ha quedado suspendido, los eventos, las hermosas fiestas de los barrios, se ha suspendido la sonrisa eterna (que espero que vuelva enseguida) porque cualquier cosa nos deja en alerta.

Atentado en Barcelona: seamos corresponsales de paz - La Rambla convertida en un altar improvisado para homenajear a las víctimas.
Atentado en Barcelona: seamos corresponsales de paz – La Rambla convertida en un altar improvisado para homenajear a las víctimas.

Hoy me acerqué a las ramblas, a ver los altares en conmemoración, a abrazar a los grupos de gente con carteles de “abrazos gratis” que intentan robarnos una sonrisa y compartir la emoción en el abrazo (reconozco que me partí en llanto al abrazar a una chica Rumana que también estaba emocionada y conmovida).

Es difícil hablar, es difícil expresarse, es difícil levantar la bandera del “no tenemos miedo”, porque en el fondo un poco sí tenemos, o sí tengo.

Atentado en Barcelona: seamos corresponsales de paz - Altares de conmemoración.
Atentado en Barcelona: seamos corresponsales de paz – Altares de conmemoración.

Pero que el miedo no nos detenga, sigamos explorando, viajando, encontrando nuestras ciudades, siendo responsables de fomentar el amor, elijamos rescatar lo bueno, sigamos durmiendo en casa de desconocidos, sigamos compartiendo una mesa de un bar, extendiéndole un mate a un curioso, aceptando un abrazo desinteresado.

Sigamos, seamos los que contagian la alegría, viajemos y rompamos barreras de idiomas y de creencias, seamos siempre corresponsales de paz.

 

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Soy Marian, viajando, junto a mi compañero, en nuestra COMBI VW86, recorriendo Argentina. Soy tatuadora, diseñadora, y algunas otras cositas que hacen a mi persona. Me apasiona viajar, cada vez que puedo, y soy viajera de alma aunque esté en mi ciudad! Me gusta la fotografía desde niña, y la experimento al 100% viajando y recorriendo. Nací en Buenos Aires, la música ocupa una parte fundamental en mi vida (canto, toco, bailo). Soy amante fiel de la gastronomía, de sus sabores, aromas, colores...como con todos los sentidos. Y aquí estoy, poniendo en palabras mis viajes.

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